Es nuestro último día por esta bella tierra que es Euskadi. Para aprovechar el tiempo que nos queda antes de iniciar la vuelta a Barcelona decidimos ir a una de las localidades más pintorescas de Gipuzkoa. En el extremo este de la costa encontramos la localidad de Hondarribia. Frontera con Francia, aeropuerto de Donosti.
Centro de veraneantes para gente del valle del Ebro, madrileños, castellanos y, como no, de catalanes, así como de franceses por proximidad geográfica. Y se entiende perfectamente cuando se visita por primera vez. Un pueblo que, a pesar de crecer al servicio del turismo veraniego, conserva la esencia en sus calles repletas de casas típicas con balcones de madera pintados de rojo, azul y verde. Agradables terrazas donde disfrutar del Mar Cantábrico, y una gente de lo más agradable. Gozar de un paseo por su puerto desde donde observamos a Hendaya en la otra orilla.
Ya de vuelta solo hacer esmento de nuestra parada de Pamplona. Callejear un rato por sus calles del centro histórico, o pararse en cualquiera de sus bares donde sirven las famosas cazuelicas.
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